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El post-apocalipsis obliga a la gente a hacer una variedad de cosas: ir a los bosques, participar en saqueos, robos y asesinatos. El chico Gosha no fue al bosque ni se mudó a la casa de su abuela en el pueblo; encontró una iglesia en el campo, lejos de miradas indiscretas, que convirtió prácticamente en una casa inteligente. Ahora Gosha recibe varios dispositivos especialmente diseñados por él. Además, para no aburrirse solo, el chico abrió un videoblog en el que cuenta todas sus divertidas aventuras.