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Era un mecenas de la ciencia,un reformador,e incluso podría ser llamado el primer gobernante moderno.Federico II de Hohenstaufen,gobernante del Sacro Imperio Romano Germánico desde 1212 hasta 1250,fue una figura excepcional en el trono imperial romano-germano.Nacido y criado en el estado multiétnico de Sicilia,su reinado estuvo influenciado por las tradiciones bizantinas y normandas que permitieron a judíos y musulmanes un alto grado de libertad.Se dice que todas las casas reales de Europa lo admiraban con asombro.Se vio a sí mismo como sucesor de los emperadores romanos y gobernante por la gracia de Dios, una noción que estaba destinada a chocar con el reclamo del poder universal del Papa.Federico libró una amarga batalla para mantener su poder con cinco papas diferentes.La Iglesia lo excomulgó varias veces y lo tildó de hereje y anticristo.Federico respondió con la espada,porque el emperador hambriento de poder estaba preparado para recurrir a la violencia brutal para defender su supremacía.Incluso arrestó a su propio hijo y lo dejó pudrirse en el calabozo.Un gobernante plagado de contradicciones y un hombre que,800 años después de su muerte,no ha perdido nada de su fascinación.