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Imagine una prisión con unos diez mil presos, muchos de ellos peligrosos y, para controlarlos, solo unos pocos empleados desarmados. Pequeños en número, estos empleados trabajan en turnos. Ellos mismos son casi prisioneros, en una rutina de tensión, pero también de humor y emoción. Esta prisión era demasiado real. Mientras existió, el Carandiru fue la prisión más grande de América Latina, administrada por un número reducido de empleados. El documental muestra, desde el punto de vista de estos pocos empleados que tienen las llaves, cómo funcionaba la prisión: el delicado equilibrio en la relación con los presos, la afinidad entre empleados, momentos de tensión e, incluso, de felicidad. Estas son historias contadas por ex empleados, entre ellos, el Dr. Dráuzio Varela, autor del libro Estação Carandiru. Estos son los secretos de un lugar que ya no existe.