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Cuatro personas, como las cuatro esquinas, son irreconciliablemente iguales entre sí. Diez cuadrados - un mosaico en el que ella revela un rostro: escondido de las miradas locales y la persona más pequeña, amas de casa modestas y princesas impactantes, estrellas de cine y mendigos soñadores. Cada cuadrado, como una ventana a la humanidad - cuatro puntos de vista diferentes incompatibles, concentrados en el centro de una pregunta. Para cada cuatro, es especial, pero tienen un objetivo: convertirse en un espejo en el que el encuestado pueda verse a sí mismo. Después de todo, en cada una de estas preguntas existe la necesidad de separar a una persona de sí misma y aparecer ante ella, como ante otra persona. Y así para el espectador este espejo adquiere una doble profundidad: reconoce su rostro distorsionado y en el espejo su propia respuesta, y en la voz de un contemporáneo. Y, como todo espejo, estos cuadrados son pozos en los que hay que ahogarse para verlos.
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