¡Hip, hip, hurra! (1934)

Para ayudar a una niña a mantener su trabajo, los vendedores de poca monta Andy y Dudley convencen a su jefe, director de una firma de cosméticos, para que venda su línea de lápices labiales con sabor. Se convierten en socios comerciales e intereses románticos. Tras una campaña de promoción en un programa de radio de variedades musicales, los labiales son un gran éxito. Los chicos pierden accidentalmente una bolsa con los valores de la empresa, que a su vez es robada en secreto por su gerente corrupto. Andy y Dudley, ahora acusados ​​de malversación de fondos, se dan a la fuga cuando se meten en una carrera de autos en la que su empresa patrocina su auto y su competidor respalda al auto rival en la carrera.