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El problema con las historias de misterio inventadas por Jason Cordry es que nunca puede averiguar quién es el culpable. Atrapado, como de costumbre, lleva su último "who-dunit" sin terminar a la oficina de su esposa, Patricia Cordry, cuyo jefe, Brennan, no sabe que está casada. Escondido en un armario, Jason escucha a Brennan y sus socios discutiendo una situación que es exactamente paralela a su nueva historia. Sale cuando la discusión llega al punto del progreso actual de su historia y, al ver la posibilidad de encontrar un final para su historia, se ofrece a hacer que un suicidio parezca un asesinato. Pronto se encuentra a sí mismo como la figura central en un juicio por asesinato de primera plana antes de probar que el supuesto suicidio fue un asesinato real, cometido por uno de los socios de la víctima.