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Dicen que un leopardo nunca cambia de manchas. Han pasado dos cortos años desde los eventos que cambiaron la vida de Prisión de menores (1982) y, lamentablemente, Nodas todavía no está tramando nada bueno. Empeñado en satisfacer sus necesidades pervertidas, una vez más, Nodas convence a dos de sus antiguos compañeros de celda para que se unan a él en un viaje de ida al infierno, y cuando una cosa lleva a la otra, un inocente termina muerto. Ahora, mientras los familiares afligidos del difunto juran venganza, nadie está a salvo. Pero la sangre engendra más sangre. ¿Existe una salida al círculo vicioso de la violencia?