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A su muerte, un joven director africano, Abramo Malonga, legó su primera y última película inacabada a su antiguo maestro, el director italiano Fausto Morelli. Morelli, después de haber visto la obra, se encuentra ante una obra desconcertante, compleja y, en parte, incomprensible. Ayudado por la joven viuda de Abramo Malonga y por las notas dejadas por su difunto amigo, y nuevamente por sus recuerdos personales, el director italiano intenta reconstruir y completar la película. El trabajo de Fausto avanza con dificultad, no sólo por los problemas que le plantea la película, sino por los problemas que se presentan en su vida cotidiana. Tras una larga crisis, tras la cual vuelve a Pisa con sus antiguos compañeros de fiesta y se abandona al amor y a su propia soledad, Fausto retoma la obra de su amigo africano, cerrándola con un último invento, en el que, con atrevida metáfora , ha reconfigurado la condición humana de nuestro tiempo.