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Cuando murió su madre, Rosa tenía casi siete años. Tuvo que empezar a trabajar para que ella y su abuela pudieran pagar la comida y la escuela de los hermanitos. Un día, cuando estaba lavando platos y limpiando un restaurante, tres policías locales vieron a Rosa. Una noche la siguieron y la secuestraron. La ataron, la golpearon y la violaron. Esa misma noche la llevaron a una habitación del Hotel Solédad donde la policía la violó durante un mes para acostumbrarla, según cuenta Rosa. Una preparación cruel para una vida como prostituta. Rosa era un buen negocio para la policía, joven, inexperta y atractiva, atrapada en La Merced, el burdel de la Ciudad de México.