En cada episodio hay peleas con espadas de estilo samurái, tanto duelos como uno contra varios tipos, a menudo más de uno por episodio. A menudo mueren dos docenas o más de personas, algunas desmembradas. A pesar de todo el caos, sorprendentemente hay poca sangre y, cuando la hay, suele ser indicativa, más que explícita, de la causa.
La serie está plagada de violencia, como cabría esperar de un western americano. Se trata de una mezcla de la alta sociedad contra la clase baja o entre ellos y de la Yakuza (el equivalente a la mafia japonesa) contra los ciudadanos comunes, normalmente en pugna por el dinero y el poder. Las mujeres son víctimas frecuentes de todos los grupos, a menudo utilizadas como moneda de cambio, puestas en peligro, golpeadas, obligadas a prostituirse, violadas y, en ocasiones, incluso asesinadas. Los niños también corren peligro en ocasiones.