“Alphaville” (1965) : Godard lee a Borges

Jean-Luc Godard, al igual que otros directores de la Nouvelle Vague francesa, no se adhiere a los convencionalismos cinematográficos. Su obra maestra, "Alphaville", es un híbrido entre ciencia ficción, thriller noir, historia de amor y poesía-ficción. Esta película es un collage de elementos líricos, románticos, detectivescos y tecnológicos.

Lo más notable son los diálogos, imbuidos de poesía, que a veces parecen desligados del argumento principal. La trama sirve como una plataforma para explorar temas más profundos, que abordaré más adelante. Filmada en blanco y negro con un presupuesto modesto, "Alphaville" se presenta como imperfecta y extraña, lo que quizás sea parte de su encanto y belleza.

La historia sigue al detective Lemmy Caution (interpretado por Eddie Constantine), quien llega a Alphaville, una ciudad que se asemeja sorprendentemente a París. Aquí, la población vive de manera rígida y mecánica, despojada de emociones. La ciudad está gobernada por un dictador cibernético, un superordenador que busca erradicar cualquier vestigio de sentimientos humanos para instaurar un régimen de razón pura.

La película nos sumerge en una sociedad tecnocrática aparentemente distante en tiempo y espacio de la década de los sesenta. Alphaville, la capital de una "galaxia", está bajo el gobierno de Alpha-60, una computadora central de una potencia extrema concebida por el científico Leonardo von Braun. La función de Alpha-60 es crear una "raza superior" guiada exclusivamente por la razón y la lógica, con la capacidad de someter a las poblaciones de las "galaxias exteriores". Ante esta amenaza, envían a un agente secreto, Lemmy Caution, alias "Johnson", a Alphaville con la misión de destruir Alpha-60 y "salvar a aquellos que lloran". Al finalizar su misión, el agente logra desestabilizar la computadora y rescatar a Natacha, "la que llora". Ambos se enamoran y escapan de Alphaville en el vehículo de Johnson, rumbo a las galaxias exteriores.

El desequilibrio de la computadora central por parte del héroe del filme refleja el desajuste de Godard con respecto a los géneros cinematográficos establecidos. A pesar de las apariencias, "Alphaville" no se limita a ser una película de "ciencia ficción", un thriller de "espionaje" o una historia "romántica". Aunque contiene elementos de todos estos géneros, ante todo es una obra filosófica y política, expresada en clave poética. No se trata simplemente de una película de "ciencia ficción"; el hecho de que los personajes puedan viajar de una galaxia a otra en automóvil deja claro que el término "galaxia" adquiere aquí un significado distinto al de las películas habitualmente clasificadas bajo esta etiqueta.

Tampoco se puede encasillar "Alphaville" dentro de los géneros policíaco o de espionaje convencionales, ya que no es común encontrar agentes secretos que reflexionen sobre poesía o investiguen la desaparición de palabras en lugar de personas o objetos. Y no puede ser reducida a una simple historia romántica, ya que el romance en la película sirve como una alegoría de la emancipación humana, que a su vez implica una crítica hacia un estado específico de la cultura y la sociedad, lo cual conlleva una dimensión política.

A primera vista, podría parecer que el género más adecuado para "Alphaville" sería el de la distopía, o quizás el de relato de anticipación. Esto se sugiere en parte por el título mismo de la película: "Alphaville" evoca los Alphas, la élite programada para ser inteligente, bella y poderosa, que gobierna en el "mejor de los mundos" de la novela de Huxley. Sin embargo, a diferencia de las distopías al estilo de Huxley o Orwell, lo distópico en "Alphaville" no se limita al totalitarismo político, ni describe una realidad puramente futura.

La película borra las fronteras entre futuro y presente, así como entre aquí y allá, mostrando un totalitarismo más profundo, insidioso, invisible y efectivo, que puede dar lugar al totalitarismo político pero que también contribuye a dar forma al presente de las sociedades denominadas "democráticas". Este totalitarismo se manifiesta en la configuración del mundo dominada por una racionalidad meramente instrumental y por la hegemonía de la tecno-ciencia, que excluye del ámbito de lo real al arte, la imaginación, lo poético y lo posible, las emociones, los sentimientos y la gratuidad. Es un mundo que anula la capacidad humana de crear símbolos de sentido y valor, un mundo nihilista en el sentido del "nihilismo pasivo" de Nietzsche.

Al igual que la utopía de Thomas More, la distopía de Godard cumple una función crítica sobre el estado presente de las cosas, evidenciando el sinsentido de las sociedades contemporáneas moldeadas por una forma de racionalidad estratégica y positivista, orientada hacia el poder absoluto sobre los demás y sobre las cosas.

En "Alphaville", algo perturbador sucede: ciertas palabras desaparecen, tanto en significado como en su materialidad misma. El agente Johnson intenta entender este fenómeno desconcertante. Cuando le pide a Natacha que lea versos de Paul Éluard, ella se encuentra con palabras cuyo sentido le es desconocido. Al intentar buscar el significado de una de estas palabras, "consciencia", en un diccionario bíblico, descubre que no existe. Natacha también desconoce el significado de palabras como "amor" y "enamorado". Las palabras que desaparecen en Alphaville son aquellas que expresan la subjetividad (consciencia) o estados de la subjetividad relacionados con relaciones personales (amor, ternura) o con una conexión estética con la naturaleza (el ave, la luz otoñal).

Este fenómeno resulta en una notable reducción del horizonte de significado, evidente en la incapacidad de los habitantes de Alphaville para comprender incluso la pregunta sobre el sentido de la vida. En la película, esta incapacidad se simboliza con la pregunta: "¿por qué?". Por ejemplo, cuando Johnson pregunta por qué la gente parece triste, Natacha responde de manera positivista y pragmática: "Usted hace demasiadas preguntas, señor Johnson, porque les falta electricidad". Plantear la pregunta del porqué existencial se considera hacer demasiadas preguntas, ya que todas las preguntas que podría hacer un ser humano ya tienen una respuesta técnica.

De acuerdo con la síntesis del conocimiento establecido en Alphaville, emitida por Alpha 60, "todo ha sido dicho, a menos que las palabras cambien de sentido y los sentidos de palabras". Inmediatamente después de este mensaje, aparece en la pantalla un dibujo que muestra a dos figuras humanas, masculina y femenina, cuyos rostros están marcados por las palabras "sí" y "no", como si solo fueran capaces de afirmar y negar, habiendo perdido la capacidad de cuestionar.

El uso distintivo de la alusión y la cita por parte de Jean-Luc Godard en sus películas se ha convertido en una característica definitoria de su estilo. Los "textos" de sus películas a menudo abarcan una amplia gama de referencias culturales, incluyendo películas, pinturas, cómics, chistes, anécdotas y literatura.

Aunque algunos espectadores pueden percibir esta actividad referencial como simplemente un juego de reconocimiento de elementos familiares, en muchos casos, las referencias de Godard sirven como portadoras de significado y estructura para toda la película. Los elementos literarios, en particular, se presentan de manera prominente a lo largo de la obra de Godard, y desempeñan un papel integral, especialmente en esta película.

Más que cualquier otro cineasta, Godard ha exhibido una tendencia a inscribir textos literarios en sus películas, tanto de manera abierta como encubierta. Varios ejemplos podrían mencionarse al azar: en "A Bout de souffle", su primer largometraje, Patricia lee en voz alta la última línea de "The Wild Palms" de Faulkner. El joven en "Vivre sa vie" lee un fragmento de "El retrato ovalado" de Poe. En "Le Mepris", la Odisea de Homero se representa dos veces: en la película dentro de la película y en la ficción doméstica de Godard (Piccoli y Bardot como Odiseo y Penélope). En "Pierrot le fou", se citan diversas novelas de Celine como "Viaje al fin de la noche" y "La banda de los guignol", "Paul et Virginie" de Bernardin de St. Pierre, "Lamento por Ignacio Sánchez Mejías" de Lorca, "Una temporada en el infierno" de Rimbaud, entre otros.

"Alphaville" retoma las preocupaciones de Godard sobre el lenguaje y la memoria, y, en mi opinión, amplía la conversación que el personaje de Anna Karina tuvo con un filósofo en "Vivre sa vie" (mi película favorita de Godard). Muchas personas critican a Godard por ser pretencioso y aburrido, pero creo que esto se debe a que él estructuraba sus guiones en torno a las palabras y la deconstrucción de la imagen, en lugar de seguir una lógica de entretenimiento basada en acciones. Sus películas son más bien ensayos cinematográficos (de hecho, "Alphaville" está directamente relacionada con "Nueva refutación del tiempo", un ensayo de Jorge Luis Borges). En fin, solo por la escena del poema de Éluard, esta película merece la pena, más allá de su extrañeza.

Mientras tanto, Anna Karina está en su máximo esplendor oscuro como Natacha von Braun, la hija del gran líder. Sus respuestas programadas se descomponen lentamente a medida que el detective duro le entrega a su "bella esfinge" una copia del libro de poemas de Paul Eluard, "Capital del Dolor", y la introduce en los conceptos de "conciencia" y "amor" - palabras con las que ella no está familiarizada, ya que han sido progresivamente eliminadas del diccionario que es la Biblia del estado totalitario de su padre. "Casi todos los días, palabras desaparecen porque están prohibidas", le dice a él. "Son reemplazadas por nuevas palabras que expresan nuevas ideas". Orwell sobrevuela esta película, junto con Borges y Céline.

Esta fue la novena película de Godard en seis años, una tasa de producción que se asemeja a la de los álbumes de los Beatles. Hay signos de prisa e improvisación, por lo que "Alphaville" es mucho mejor por su capacidad para hacernos pensar y provocar nuestros sentimientos. A veces parece un dibujo animado (los tiroteos, el uso de imágenes negativas para transmitir desorientación), pero en otros momentos es más escalofriantemente profético que nunca.

Sin embargo, Godard termina la obra con una nota de optimismo romántico, con Lemmy y Natasha escapando de sus perseguidores y de un mundo moribundo, huyendo a la seguridad a través del espacio interestelar (también conocido como el Boulevard Périphérique) mientras la chica aprende una nueva frase: "Je vous aime..." que traduce “Los amo…”