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"Bailar es impulso. Lo tengas o no". “El Turgot no es un club de campo”, advierte el rector de la escuela dando la bienvenida a los recién llegados, “aquí no nos rendimos, no nos rendimos”. En pleno centro de París, los jóvenes se forman para convertirse en bailarines profesionales y, al mismo tiempo, se preparan para sus A level. Ese es el trato. La formación motiva, fortalece y permite a los alumnos superarse a sí mismos, incluso superando contratiempos. Cada uno trae su propia historia: relaciones familiares complejas, problemas en el entorno social y en la escuela. A través de la danza, los estudiantes aprenden a traducir sus experiencias en energía física. La cámara íntimamente inmersiva entreteje movimientos explosivos con momentos de reflexión. Hay heridas y carencias, pero también esperanzas, sueños y transformaciones interiores.