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Los coreanos lucharon tanto en su país como en el extranjero contra la ocupación japonesa, anhelando la independencia de su nación. La protesta nacional, que duró al menos dos meses a partir del 1 de marzo de 1919, se conoce ahora como el Movimiento del Primero de Marzo. Los gritos de los prisioneros de guerra que gritaban "¡Viva la independencia de Corea! ¡Hurra!" pronto influyeron en los civiles colonizados, lo que dio lugar a un estruendoso cántico y a una ola de banderas nacionales en las calles. Después de regresar de la capital, Yu Gwan-Sun, una joven estudiante, incitó a su pueblo a protestar, lo que provocó numerosas muertes, incluidas las de sus padres. A pesar de la pérdida de vidas, su impulso y deseo de protestar por la libertad se convirtieron en su vocación, no solo por todos los coreanos, sino por la libertad de todo el pueblo.