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Si la medicina nazi y sus monstruosos experimentos fueron parcialmente juzgados en Nuremberg, el papel asignado ya en 1933 por Heinrich Himmler, el maestro de las SS, a toda la comunidad científica alemana es menos conocido. Obsesionado por el deseo de demostrar la superioridad de la raza germánica, el futuro director del proyecto de la solución final creó en 1935 el Ahnenerbe (patrimonio ancestral) un instituto científico dotado de colosales medios para realizar excavaciones y envíos por todo el mundo.