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Si su pasado no está claro, puede alcanzarlo en el futuro. Las prácticas brutales de la mafia en la arena política eslovaca en la década de 1990 abrieron la puerta a los acontecimientos recientes. El asesinato aún sin explicación del ex oficial de policía Robert Remiás en 1996, que parece haber involucrado al servicio secreto eslovaco a instancias de los que ocupan los puestos más altos, sigue siendo una gran mancha en la joven democracia eslovaca. El año anterior, el Estado dirigió el secuestro del hijo del presidente eslovaco, con quien tuvo una disputa el entonces primer ministro Vladimír Meciar. Y Remiás, que fue el único testigo del secuestro, se volvió incómodo. Este sugerente documental alterna géneros y métodos narrativos, con los que el cineasta evoca el efecto dramático y la autenticidad de época de los años noventa. En algún momento, el pasado está impactantemente interconectado con el presente.