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Durante la Segunda Guerra Mundial, por orden del SS Reichsführer Heinrich Himmler, los nazis secuestraron a decenas de miles de niños y los "germanizaron" a la fuerza. Después, se les dejó lidiar solos con su trauma. Los padres biológicos de Alodia Witaszek todavía estaban vivos cuando ella fue secuestrada cuando era niña. En otoño de 1943, tanto ella como su hermana pequeña fueron enviadas a un campo de custodia juvenil en Litzmannstadt, lo que hoy es Lodz, para "germanizarse". A las hermanas ya no se les permitía hablar polaco en el campo. Innumerables niños polacos experimentaron el mismo destino: el robo organizado de niños era parte de la política racial nazi para convertir a los niños "racialmente valiosos" de las partes anexadas del oeste de Polonia en alemanes. Las oficinas de bienestar juvenil denunciaron a los niños cuya apariencia consideraban "arios".