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Bajo el sol, la belleza celestial de las praderas pronto será cubierta por el polvo furioso de las minas. Ante las cenizas y los ruidos provocados por la intensa explotación minera, los pastores no tienen más remedio que marcharse a medida que las zonas de pradera se van reduciendo. A la luz de la luna, las minas de hierro se iluminan intensamente durante toda la noche. Los trabajadores que operan las máquinas perforadoras deben permanecer despiertos. La lucha es tortuosa, contra la máquina y contra ellos mismos. Mientras tanto, los mineros del carbón están ocupados llenando camiones con carbón. Con una máscara de polvo de carbón, se convierten en criaturas fantasmales. Una fila interminable de camiones transportará todos los carbones y minerales de hierro a la ferretería. Allí atrapa otra multitud de almas, siendo horneadas en el infierno. En el hospital, el tiempo pesa mucho en las manos de los mineros. Después de décadas de respirar polvo de carbón, la muerte está a la vuelta de la esquina. Están viviendo la realidad del purgatorio, pero no habrá paraíso.
León de Oro