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El arquitecto suizo Mario Botta y el artista italiano Enzo Cucchi trabajaron durante varios años en la capilla de Santa Maria degli Angeli en el Monte Tamaro (Ticino,parte sur de Suiza).Primero vino el caparazón para el edificio de piedra,a lo que el arte reaccionó a su vez,y que a su vez influyó en el espacio interior,en sus colores sobre todo.Terminado en 1996,la obra es una síntesis en la que las dos formas de arte interactúan.Su investigación se centra en una espiritualidad con orientación cristiana,correspondiente a su tiempo y expresado en la arquitectura y la pintura,como en el caso de las dos manos blancas sobre fondo azul,tallado en la pared interior del ábside,llenándolo con su monumental presencia.En el relato cronológico de la construcción se intercalan vistas del paisaje montañoso,a veces visible en la distancia,a veces envuelto en niebla,así como digresiones sobre los orígenes de Cucchi en la ciudad costera de Ancona,o en la tradición de la incrustación de piedra,practicado en el siglo XVIII en Ticino y en el sur de Italia: tales referencias cruzadas y breves alusiones mezclan el reportaje objetivo con la fábula poética.La grandeza y la armonía del sitio se destacan con la música de Paul Giger,Compositor y violinista suizo,quien grabó un breve oratorio,una misa arcaica de 17 minutos de duración,en la capilla aún en construcción.