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En una vieja iglesia abandonada, se reúne un grupo de jubilados, pero ante la sobrecarga de las fuerzas más jóvenes, los diablos reactivados se encuentran en proceso contra su colega, que lloró por el destino del hombre. La casa solariega en ruinas en Dolní Krupa, que recuerda los tiempos de Beethoven y sus Sonatas Claro de luna, ahora sirve como manicomio y sanatorio para alcohólicos; traen a una mujer que enloqueció al enterarse de que el acusado había provocado que su marido le fuera infiel a otra, mientras que ella, amante de la sonata de Beethoven, no podía dejarse seducir. La amarga ironía es la presencia de dos genios: uno quería hacer noble y humano a un hombre con la música - y perdió, el otro quería lo contrario - y también perdió. El mal se hizo tan grande que lloraba sobre sí mismo y no veía otra salida que ir al campo opuesto.