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Para volver a Ruanda,menos para escuchar historias de terror,que escuchar las siguientes palabras,para escuchar las palabras de la justicia,para tratar de volver a las fuentes de esta masacre con un millón de víctimas.Por un lado,clips de los archivos del rastro de la Tribuna Penal Internacional para Ruanda (TIPR),establecido en Arusha,en Tanzania desde 1994.Aquí se escucha a diversos acusados involucrados en el genocidio.Théoneste Bagosara,por ejemplo,coronel retirado de las Fuerzas Armadas de Ruanda y supuesto autor intelectual del genocidio,cuya defensa duró doce años después de su arresto.o Georges Ruggiu,el exprofesor belga perdido en Kigali,celoso propagandista de la masacre escuchado por la radio,Estación de televisión de radio libre de Mille Collines.Jueces y abogados debaten los cargos,la idea de que todo estaba planeado,responsabilidades,mientras el fiscal explica sus dificultades para llevar a cabo su investigación.Los entresijos diplomáticos y políticos de ayer y de hoy quedan claros aquí.Por otro lado,lejos de las salas de los tribunales,otros testigos y otros actores de la tragedia,personas culpables,o víctimas en casa,revisar los hechos y sus implicaciones,y su impotencia.De esta manera ejemplar,una pareja donde el marido,Descanso,tomó parte en las fechorías,está casado con una tutsi,a quien logró salvar por la piel de sus dientes.No se trata de oponer dos formas de justicia,Christophe Gargot se niega a sí mismo toda simplificación excesiva,pero completa una muy retórica,ejercicio político por un enfoque menos estratégico,uno que es más impotente y más expuesto.Es el enfoque de quienes continúan viviendo bajo el peso diario de este drama.