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La caída de la Unión Soviética a principios de la década de 1990 obligó a Mongolia a hacer una transición repentina a una economía capitalista. Esta rápida introducción de un mercado libre produjo una confusión económica abrumadora, causando niveles de desempleo sin precedentes y hundiendo a casi la mitad de la población en la pobreza. En el invierno de 1998, miles de niños abandonados vivían bajo las calles de la capital, Ulan Bator. Con temperaturas de invierno tan bajas como 40 grados bajo cero, las bocas de acceso brindan acceso a una vasta red de tuberías de vapor que calientan las casas de la ciudad, permitiendo que los niños sobrevivan. Viviendo literalmente bajo tierra en una tierra de robos y violencia sin ley, los niños forman manadas para mantenerse con vida. Filmada a lo largo de diez años, la película recorre la vida de Boldoo, Dashaa y Oyun, tres de estos "niños de pozo", que alcanzan la edad adulta mientras viven en la calle.