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Desempleado, hipocondríaco, depresivo, Paul Morvan, 40 años, acumula todas las minusvalías. Para colmo, su hija Roxane lo desprecia, su ex mujer lo acosa por la pensión alimenticia y, finalmente, su madre, con Alzheimer y rica, se niega a darle un centavo. Lo único que lo mantiene en contacto con la vida es su fiel Nero, un perro bastardo. Como si no tuviera bastantes problemas, el hijo del vecino de arriba, Ashanti, un inmigrante ilegal africano, juega al fútbol en el rellano todo el día. Suficiente es suficiente. Paul se derrumba y revienta la pelota del niño, quien en venganza pinta a Nero de púrpura. Comienza la escalada, Paul llama a la policía. Irónicamente, aunque pensó que se desharía de sus vecinos, termina cuidando a Léo y Bintou, los hijos de Ashanti. A Paul le encantaría llevarlos a la comisaría, pero Bintou, una especie de Harry Potter pero un poco más oscuro, retiene a Nero como rehén y se lo impide.