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Hace diez años, Kate Collins era una persona diferente. Literalmente. Vivía en Chicago, trabajaba como camarera y usaba su nombre real 'Stephanie Wickers'. Todo eso cambió cuando presenció el asesinato de su jefe por parte de un miembro despiadado de un sindicato del crimen en ascenso llamado Alek Ravik (Al Sapienza). Sabiendo que Klebanov la vio, fingió su muerte, cambió su nombre y se escondió en Filadelfia.