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Cuando la Guerra Civil española llegó a su fin, Manuel Cortés no pudo huir del país. Después de un largo viaje, logró regresar a casa en la oscuridad sin ser descubierto. Su esposa, Juliana, le contó cómo las fuerzas vencedoras estaban fusilando a muchos de sus conciudadanos. Manuel y Juliana decidieron cavar un pequeño agujero en la pared para que Manuel se escondiera. Ni siquiera podía imaginar que este pequeño escondite se convertiría en su cárcel privada durante los siguientes 30 años. Esta es la historia de los llamados topos de la posguerra, personas que tuvieron que poner sus vidas en suspenso para escapar de la represión impuesta por los vencedores de la guerra civil.