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Mariano lo tenía todo preparado: la estafa perfecta para conseguir las cosas que faltaban para el compromiso final con su novia. Bueno, sonaba perfecto cuando su cuñado se lo contó. Ahora, para salirse con la suya, debe deshacerse del viejo Siam Di Tella que cuida como un tesoro. Los hombres tienen una relación especial con los coches y Mariano no es una excepción. De repente se encuentra tratando de mantener las apariencias ante la compañía de seguros, que envía al minucioso inspector Cicchero; ante su novia impaciente pero sensata; y ante sí mismo y la creciente sensación de que nunca dejará de ser un perdedor. En tal estado de cosas, que un hombre sin hogar haya tomado posesión del automóvil abandonado se siente casi como un alivio.