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Emma solo sabe de una manera cómo agregarle sabor a su vida ... arrojándolo a chorros de una botella de salsa picante. El resto de su vida es mullida pero sosa: claras de huevos revueltos, café descafeinado y su marido, Ray. Ella ha tenido suficiente y se escapa de casa. Su hijo separado, Elliot, la encuentra acechando fuera de su restaurante con la maleta en la mano. Intentan empezar de nuevo como madre e hijo en esta situación de vida de pareja extraña, pero ella está pasada de moda y él es gay. Entre ellos hay años de momentos incómodos y tensiones tácitas. Sintiéndose sola, Emma accidentalmente se hace amiga de la vecina que es tan excéntrica que Emma se le pasa la cabeza. Mientras tanto, un encuentro apasionado con un hombre en un bar pone patas arriba el miedo al compromiso de Elliot. Con bolas de masa, postre, whisky e incluso éxtasis frente a ellos, ¿cederán a sus indulgencias? ¿Y pueden reconciliarse madre e hijo mientras luchan por descubrir sus propios apetitos por la vida?