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De familia de médicos y artistas, acogidos por los estudiantes de Lampedusa, cirujano y antropólogo, Umberto Eco definió a Antonio Pasqualino como 'el hombre de los títeres'. Su amor por el teatro de marionetas siciliano maduró en Palermo antes de la guerra y floreció en la dedicación de un gran estudioso, coleccionista y promotor de la preservación del patrimonio popular. En Sicilia, desde mediados del siglo XIX, el genio de los grandes titiriteros conquistó a un vasto público. Pasqualino (1931-1995) investigó este extraordinario encuentro entre la literatura épico-caballeresca y el folclore. Con la ayuda de su esposa danesa, Janne Vibaek, luchó por la supervivencia del Teatro de Marionetas de Sicilia, en crisis con la llegada de la televisión y fundó el 'Museo internazionale delle marionette'.