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Desde que el rey Eduardo VIII abdicó en 1936, la explicación oficial había sido simplemente que el gobierno desaprobaba su matrimonio con una mujer divorciada dos veces. Sin embargo, documentos recientemente publicados, embargados hasta hace poco, sugieren que el arzobispo de Canterbury, Cosmo Gordon Lang, desempeñó un papel importante en un plan para asegurarse de que Eduardo VIII abdicara, no solo por su matrimonio con una divorciada, sino también porque el arzobispo desaprobaba de todo el estilo de vida del Rey y de las actitudes modernas hacia la vida.