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Una mina de carbón abandonada, un depósito de tranvías, un pequeño taller de confección de una antigua casa de moda, una fábrica de productos lácteos y un mundo de mujeres que vivieron su juventud en el comunismo. En el capitalismo trabajan en condiciones difíciles pero no se quejan. Sus historias sencillas y humanas forman un complicado rompecabezas histórico. La rutina, la frustración, el miedo a que se vuelvan prescindibles y puedan perder su trabajo hacen que estas mujeres resistan heroicamente y vivan sus destinos como bestias de carga. Tuvieron sueños e ideales una vez. Ahora solo tienen un deseo: vivir lo suficiente para disfrutar de su jubilación. Los dramas históricos no siempre se representan a gran escala. Los mundos se derrumban y hay víctimas colaterales. Durante el comunismo, el 8 de marzo era el gran día en que se celebraba a las mujeres como representantes de la clase trabajadora.