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Xu Jiao observa la urbanidad china a través del "descubrimiento" de la fotografía por parte de los niños. Los participantes de un taller dirigido por Shengze Zhu en una escuela para "niños migrantes" en Wuhan, en el centro de China, tienen aproximadamente doce años. Al grabar por primera vez el techo de la escuela (un edificio de cuatro pisos frugalmente equipado para doscientos alumnos), Zhu muestra a los niños entrando por la puerta de la escuela, una toma inaugural que transmite la alegría de ocupar un territorio visualmente. Un punto de vista en el sentido panóptico y cinematográfico del término. Vertical u horizontal, las tomas panorámicas de la cámara son una figura recurrente de estilo en un documental que se esfuerza por vincular lo alto y lo bajo, el horizonte visto desde el techo y los interiores domésticos sobrecargados, el aquí y el otro lugar, el bullicio urbano. Vida que sorprende a los niños de las zonas rurales y la calma desierta de sus pueblos. En lugar de alternar secuencias de los dos entornos, el núcleo de la película está en el retrato detallado de la vida de un alumno y su familia: Qin, una preadolescente impaciente por acceder a las nuevas tecnologías y furiosa porque sus padres han tenido tres hijos. La elección de tomar una sola familia del taller grupal le da a la película una fuerza particular, que afortunadamente oculta la vaguedad de su título.