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Érase una vez una plebeya que se casó con el rey. Su nombre era Bodil, y también era bruja. Este era un secreto oscuro y oculto que Bodil no había revelado a nadie, ya que la práctica de la brujería estaba estrictamente prohibida en el reino y se castigaba con la muerte. Pero como se sabe comúnmente, las brujas no pueden quedar embarazadas, no por medios naturales. Y el rey quiere un hijo, un heredero al trono. Los rumores se extienden dentro de su reino, el rey comienza a sospechar de su joven reina y Bodil sabe que su vida está en peligro. Para salvarse, viaja sola a un bosque mágico, el reino de la todopoderosa Reina Elfa. La Reina Elfa, con sus poderes sobrenaturales, le otorga a Bodil un hijo, pero no sin un costo: el alma del niño debe ser devuelta a la Reina Elfa en su decimoctavo cumpleaños. Bodil acepta este acuerdo, convenciéndose de que nunca amará al niño.
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