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Su pasión por los deportes de combate no lo mantenía con vida, por lo que el modo de supervivencia se activó para Michael y se vio obligado a aceptar trabajos normales, incluido el trabajo en fábricas, mataderos, empresas de demolición;además de trabajar como tapicero, cartero, alicatador, yesero y vendedor.Sin embargo, en sus últimos años, la carrera de Michael como luchador de UFC despegaría y se convertiría en uno de los favoritos de los fanáticos de los deportes, pero con cualquier deporte de combate viene la metralla de recibir patadas y puñetazos en la cara todas las noches.En una controvertida lucha contra Victor Belfort, inducido por esteroides, lo impensable cambiaría el curso de la vida de Bisping para siempre.Sufriría un desprendimiento de retina por un golpe y una patada en la cabeza que desfiguraría y dejaría cicatrices al luchador para siempre, amenazando con acabar con una carrera por la que lo ha sacrificado todo.Con una esposa e hijos que lo aman, suplican al peleador golpeado y magullado que cuelgue los guantes, ya que sienten que no le queda nada por demostrar.Pero al final esa decisión se deja en manos de un solo hombre: Michael Bisping.