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Una enfermera va a su médico de cabecera local después del trabajo para una cita sobre sus manos agrietadas. Ella solo quiere poder escribir de nuevo. Desafortunadamente, ella no es consciente de la gravedad de sus manos agrietadas, ahora se ven más como manos de porcelana. Su médico de cabecera intrigado por esto le pincha la mano, lo que hace que se le caiga un dedo. Tanto él como la enfermera están conmocionados. Sin embargo, el médico proclama tener una solución. La enfermera, distraída por su alivio, no se da cuenta de cuál es esa solución. Se mira las manos y ve que el médico le ha pegado lápices con cinta adhesiva, al estilo de Eduardo Manostijeras en sus manos agrietadas. La enfermera ruega al médico una mejor solución. Una breve comedia que destaca la ridiculez de cómo el sistema vigente trata y cuida a las enfermeras.