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El fiscal jefe de EE. UU. en Nuremberg, Telford Taylor, ayudó a establecer las pautas para juzgar a los criminales de guerra alemanes después de la Segunda Guerra Mundial, que se convirtieron en un modelo en los años futuros para tribunales similares en todo el mundo. Como escribió The Nation en 1995, "el movimiento de derechos humanos debe gran parte de su base legal al trabajo del general Telford Taylor... Nuremberg dio legitimidad al concepto de que el mundo tenía algo que decir acerca de cómo los gobiernos tratan a sus propios ciudadanos". ." Educado en Williams College y en la Facultad de Derecho de Harvard, Taylor trabajó en varias oficinas federales durante casi diez años antes de unirse al Ejército en octubre de 1942; al final de la guerra, fue transferido al Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra, donde trabajó en estrecha colaboración con el abogado principal y ex Fiscal General de los Estados Unidos, Robert H. Jackson. Incluso cuando aumentaron las revelaciones de las atrocidades nazis, Jackson y Taylor mantuvieron su compromiso de llevar a cabo procedimientos justos dentro de un marco legal definido. En octubre de 1946, Taylor sucedió a Jackson como fiscal jefe y, durante un período de dos años, obtuvo más de cien condenas de funcionarios gubernamentales, oficiales de las SS, científicos y otros. (Los juicios fueron dramatizados en la película Judgement at Nuremberg de 1961, con el actor Richard Widmark interpretando a Taylor en todo menos en el nombre). Al regresar a la vida civil en 1949, Taylor trabajó en la práctica privada antes de publicar su primer libro, Sword and Swastika: Generals. y Nazis en el Tercer Reich (1952). Continuaría escribiendo ocho más, entre ellos el premiado Munich: El precio de la paz (1979). Durante el resto de su vida, Taylor advirtió contra el uso de la guerra como instrumento político, oponiéndose a las acciones de Estados Unidos en Vietnam, Nicaragua y Bosnia. También hizo hincapié en la necesidad de integridad en el gobierno y fue uno de los primeros críticos del senador Joseph McCarthy. Amante de la música desde siempre, tocaba el piano y el clarinete. En sus últimos años, desarrolló una práctica en derecho deportivo y ocasionalmente se desempeñó como maestro especial para resolver disputas para la Asociación Nacional de Baloncesto.