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Reginald Gardiner, nacido en Inglaterra y graduado de la Royal Academy of Dramatic Arts, se convirtió en una revista establecida y una estrella musical en los escenarios de Londres en la década de 1930. Su primera incursión en el negocio del cine fue en The Lodger: A Story of the London Fog (1927), dirigida por Alfred Hitchcock. Sin embargo, fue en Hollywood donde realmente despegó su carrera. A instancias de Beatrice Lillie, partió de Inglaterra hacia Estados Unidos en 1935. Después de aparecer en dos de sus espectáculos, deleitó al público de Broadway en "Una noche con Beatrice Lillie y Reginald Gardiner", interpretando una serie de ingeniosas personificaciones de elementos inanimados como faros fondo de pantalla. En 1936, apareció en su primera película de Hollywood, Born to Dance (1936) (protagonizada por Eleanor Powell y James Stewart), Gardiner interpretando a un policía de tráfico con delirios sinfónicos.Su popularidad instantánea resultó en más ofertas cinematográficas y pronto se encontró en constante demanda para hacerse pasar por mayordomos y idiotas ingleses de clase alta.Con su atuendo suave, bigote fino y gestos obtusos, se dedicó a interpretar esas caricaturas con evidente regocijo.Animó muchas películas con su presencia cómica, entre las que destacan A Damsel in Distress (1937), The Man Who Came to Dinner (1942) (su personaje "Beverly Carlton" satirizando brillantemente a Noël Coward) y Cluny Brown (1946).En años posteriores, Gardiner se convirtió en un habitual de la televisión como coprotagonista de The Phyllis Diller Show (1966) y, en 1964, regresó al escenario para interpretar a Alfred P.Doolittle en el New York City Center (el papel que hizo famoso Stanley Holloway en My Fair Lady).John Canaday, en una reseña para el New York Times, describió a su personaje como un "encantador, maravilloso, borracho, abominable, plagado de bichos y totalmente reprensible, una especie de Boy Scout expulsado, cuyo amor por todo el mundo es superado sólo por su propensión a las trampas y las trampas". autocomplacencia ". Gardiner también fue célebre por su clásico monólogo, llamado simplemente 'Trenes'. Impresionó tanto al rey Jorge VI que convocó al actor al Palacio de Buckingham para una actuación especial. 'Trains' fue grabado por Decca y desde entonces se ha convertido en una pieza de colección.