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Proveniente de una aristocrática familia prusiana, Paul von Hindenburg se unió al ejército prusiano cuando era joven, retirándose como general en 1913 a los 66 años. Recordado al deber durante la Primera Guerra Mundial, fue puesto al mando de las fuerzas alemanas en la batalla de Tannenberg en 1914 contra los rusos que, debido a una combinación de sus tácticas hábiles y un liderazgo asombrosamente incompetente por parte de los generales rusos, resultó en una desastrosa derrota para el ejército ruso, que perdió aproximadamente 350,000 hombres. En 1916 fue nombrado comandante supremo de todas las fuerzas alemanas. Se retiró del ejército nuevamente en 1919, pero en 1925 regresó a la vida pública como candidato a la presidencia de Alemania y ganó las elecciones. Se postuló para la reelección en 1932, no tanto porque quisiera sino porque se lo consideraba el único candidato que podía vencer a Adolf Hitler, lo cual procedió a hacer. Hindenburg tuvo poca utilidad para Hitler y el partido nazi e hizo lo que pudo para frustrar su intento de obtener el poder, pero fue demasiado poco y demasiado tarde, en 1933, debido a las ganancias del partido nazi en las elecciones locales y nacionales y su mayoría de escaños. En el parlamento alemán, Hindenburg designó a Hitler como Canciller, y más tarde firmó la Ley de Habilitación de 1933, que otorgó poderes radicales al gobierno formado por Hitler. Frustrado, frágil y con mala salud, Hindenburg murió al año siguiente.