“Gremlins” es una película icónica de los 80s que fusiona el terror con la comedia de manera única, sin embargo a pesar de su encanto innegable y su capacidad para generar nostalgia, la trama puede sentirse un poco desequilibrada. La película presenta un tono inicialmente ligero y cómico, que luego se desplaza a un tono más violento y oscuro, lo que puede desconcertar a ciertos espectadores.
Además aunque los efectos especiales de la época eran innovadores, hoy en día pueden parecer un poco anticuados y menos impactantes en las nuevas generaciones, también esta el tema de la representación, la cual ha recibido críticas por su falta de diversidad en el elenco y en su enfoque predominante masculino.
A pesar de estos aspectos “Gremlins” sigue siendo una película querida por muchos debido a su originalidad y su capacidad para entretener a través de la mezcla única de géneros.
La película aparece en una época de gran inspiración y prolífica de Spielberg, que supo girar el guión inicial de Chris Columbus hacia algo más digerible y para un mayor espectro de público, prioritariamente juvenil. En principio, ‘Gremlins’ era mucho más negra, más violenta y sangrienta. Y quizás hubiera sido igualmente un éxito y aclamada, pero se hubiera limitado, en cierto modo, su explotación comercial. Al final quedó un cuento navideño macabro, irónico, no exento de crítica (aunque hay para todo tipo de interpretaciones), pero sobre todo, divertido.
“Gremlins” un film de culto
Hoy en día ‘Gemlins’ es considerada una película de culto, y mucho de ello tiene que ver el hecho de haberse convertido en un icono de referencia para una generación. Aquella que creció en los ochenta con la magia, la fantasía y películas que calaron hondo en la imaginación de muchos jóvenes. Y también no hay que restarle ni un ápice mérito del resultado final al buen hacer de Joe Dante en la dirección. Supo darle un sentido del humor inconfundible, con giros y gags de su propio sello (como memorable la confesión de Phoebe Cates y su aversión a la Navidad). A lo que habría sumar el universo multirreferencial que puebla el film y que ayuda a su disfrute.
Encontramos dos partes bien diferenciadas en el film, quizás en la primera sea donde más brille la narración, los guiños más sutiles, presentando personajes y escenarios, y donde consigue enganchar al espectador. Para luego, en la segunda mitad desbaratar todo, destrozar el idílico escenario con la Navidad como protagonista y acentuar, con cierta perversidad, la crítica del falso espíritu navideño
Unas criaturas entrañables al más puro estilo de serie B
No podemos olvidarnos del trabajo en el apartado de diseño y efectos especiales llevado a cabo con los Gremlins. Criaturas materializadas por el talento de Chris Walas que logró su doble cometido: las ganas de abrazar al adorable Gizmo y que todos los niños quisieran uno igual y la repulsión simpática pero peligrosa que general los Gremlins una vez transformados en monstruitos infernales (y que sacan a relucir la parte más negativa del humano, adoptando sus costumbres y aniquilando sus ¿falsas? creencias).
Hoy en día, el resultado de los muñecos queda desfasado pero siguen manteniendo ese entrañable aspecto de serie B que el film no esconde y que resulta vital para su buena acogida, décadas después. En este punto, es muy interesante como se incluyen (además de una clara referencia al cine de ciencia ficción de los 50) elementos como el padre de familia inventor y sus engendros mecánicos que unidos al efecto devastador de los Gremlins en las máquinas otorga un punto más que curioso (y que también se presta a interesantes reflexiones). Memorable es la escena de la cocina, donde la abnegada madre tiene que enfrentarse a los Gremlins con los electrodomésticos.
Resultando muy macabra y divertida, generó buena parte de la polémica por su violencia y mal ejemplo en un film para jóvenes de esa época (véase al gremlin en el microondas), no deja de ser tremendamente divertida y pura esencia del humor negro que envuelve al film. Y eso que Spielberg desechó, como antes avanzaba, momentos más extremos en el primer guión de Columbus (donde aquí la madre acababa decapitada y su cabeza lanzada al protagonista de forma perversamente divertida).
Tampoco se puede olvidar el excelente trabajo de Jerry Goldsmith (que no hace mucho se reeditaba en un doble disco), esencial para el éxito del film y que constituye un trabajo de perfecta simbiosis, entre el terror y el humor, con un tema central pegadizo y plagado de sintetizadores y sonidos electrónicos.
¡Comparte lo que piensas!
Sé la primera persona en comenzar una conversación.