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¿Qué pasa con el periodista más famoso de la gloriosa nación de Kazajistán?

-"¿Qué es más peligroso,

este virus, o los demócratas?

-Los demócratas.

Dos yanquis cualquiera. Año 2020.

Firmo, confirmo y reconfirmo. Hacer comedia es una de las mayores dificultades que puede enfrentar un artista. Descontemos por supuesto las terribles complicaciones de tener que enfrentar depresiones, duelos, enfermedades terminales o pasar hambre y miseria. Pero dentro de la labor del oficio, hacer comedia es para la profesión tan riesgoso como para un escalador subir al monte Everest. ¿Estoy exagerando? Sí. Pero…¿Puede la intuición llevarte a la cima? ¿Es una mezcla de trabajo y factores que asociamos a lo esencial, a lo que le es natural a la persona, al talento? Desde ya que ser gracioso en la intimidad familiar o en una cena con amigos, no conduce a alguien a ser comediante. Quizás no le interesa a la persona volverlo profesión. O quizás sí, pero ¿es suficiente disfrutar de hacer reír? ¿Qué tus amistades se queden sin aire de la risa luego de que contaste una anécdota? ¿Es necesario que un comediante sea cómico desde antes y en su propia intimidad? ¿Qué es ser comediante?

No tengo idea. No tengo en lo absoluto una respuesta suficiente para definir a un comediante. Incluso los artistas no siempre disfrutan de ser definidos como comediantes, ni los comediantes se sienten cómodos de ser definidos como artistas.

Mi trabajo como autor o actor siempre estuvo vinculado a la comedia. No solo el género dramático (es decir, como característica de la trama principal de un relato), sino como tono general para narrar historias. Como recurso narrativo, como efecto. Como búsqueda. Y principalmente, por placer. Por todos esos motivos, la comedia como tema de análisis me resulta tan apasionante como mutante y eterno. No deseo importar en la ecuación de lo que voy a decir, sino deseo aceptar (como tiendo a hacer repetitivamente en mis notas) la más sincera subjetividad posible. El efecto de la comedia en su espectador es impredecible. Que una comedia nos guste, no demanda necesariamente un sonido contagioso o una cara deformada por la risa. Es decir: la mejor comedia, no es necesariamente la película u obra de teatro que más nos hizo reír. Sí pareciera tener que dejar al espectador cerca de cierto estado de bienestar, y sí probablemente nos robe repentinas sonrisas o carcajadas. Sería extraño que una comedia asuste o conduzca a una constante angustia existencial. Sin embargo, hay humor en el malestar. Y en ese malestar, además de la emoción, surge la reflexión. ¿De qué me estoy riendo y por qué? ¿Por qué me estoy tapando los ojos de incomodidad mientras igualmente río? Entonces, sin más preámbulos, con ustedes, Borat y su siguiente película: Entrega de un prodigioso soborno al régimen estadounidense para beneficiar a la otrora gloriosa nación de Kazajstán” . O como otros la llaman: Borat 2.

La presunta falta de prestigio de la comedia

Quizás, como en todo, siempre es más prestigioso aquello que es exclusivo. Lo VIP. Lo prohibido. Lo que pueden adquirir pocos. Desconozco el origen o la causa psicológica detrás de ello. Pero en líneas generales del comportamiento social, lo popular no es prestigioso porque le pertenece a la mayoría. La comedia, como género, es popular. La gente puede reírse en determinados ambientes y en otros no. Está mal visto que alguien se ría en un velorio, en una iglesia en la mitad de un sermón. Que alguien ría a carcajadas en un restaurante fino. Es poco elegante mostrar los dientes para reírse y hay lugares donde algunas personas, por acto reflejo, se tapan la boca para no quedar expuestos. No hay nada más popular que la comedia. Por ese nivel de exposición y de demanda, porque todo poder conlleva una gran responsabilidad, hacer reír es tan difícil.

Su creador

Sacha Baron Cohen es un artista nacido en Inglaterra que, en resumidas cuentas, ha fundado su carrera sobre la intervención de la ficción sobre la realidad. Con su personaje Ali G, un muy peculiar e incorrecto rapero, comenzó a entrevistar gente (entre ellos políticos como Donald Trump), y pasó de un canal de Inglaterra a HBO y los Estados Unidos. En el 2002 se estrena la película Ali G anda suelto, en la que Ali G conoce a Borat. Además de Borat, en el programa de Ali G, también aparece Bruno, personaje que tendrá también su película en el año 2009.

Borat tiene su primer largometraje llamado Borat: el segundo mejor reportero de Kazajistán viaja a América en el año 2006. El argumento es sencillo. El periodista viaja a Estados Unidos y dedica su viaje a encontrar al verdadero amor de su vida: Pamela Anderson. La película es un falsodocumental donde nadie más que Baron Cohen y su compañero Ken Davitian sabe a qué está siendo expuesto. Todos creen que están siendo grabados por un noticiero de un país remoto que quedará en el olvido. La película es una roadmovie que recorre Estados Unidos, y deja expuesto las miserias de la más retrógrada lógica yanqui y del país de origen de Borat (Kazajistán). El actor y creador recibió denuncias de individuos que quedaron en la película y hasta de Kazajistán. Lo que permitió que esta película funcione de la manera que lo hizo, fue que nadie sabía quien era Borat. El anonimato le dio inocencia y le abrió puertas. ¿Cómo podría filmar una película catorce años después, ahora que Sacha Baron Cohen y su personaje son famosos? ¿Podría funcionar?

El retorno de Borat

Nada es más sincero y real para la obra de arte, que trabajar sobre aquello que la define, que moviliza a su creador, y hacerse cargo de sus propios límites. Borat 2 (aunque prefiero su título largo), lo tiene todo. Borat está estigmatizado dentro de su propio país, por la gente y por su propio gobierno. La única manera de redimirse, será llevarle al vicepresidente Mike Pence (del gobierno de Donald Trump) un famoso mono kazajo para hacer las pases entre países. Si no lo consiguen, su propio gobierno lo sacrificará de una manera horrible. Viaja a los Estados Unidos. Descubre que la gente ahora lo reconoce, le saca fotos, y hasta que hay disfraces de él. Para llevar a cabo su cometido, él deberá disfrazarse y hacerse pasar por norteamericano. Cuando llega la jaula desde Kazajistán con el mono y la abre, Borat no solo descubre que el animal ha muerto, sino que su propia hija se ha escondido dentro. Para poder limpiar su nombre y no ser condenado a muerte, Borat decide entregar su hija al vicepresidente en forma de ofrenda.

Gran parte de la película, es filmada durante la pandemia del COVID. Cohen y su equipo se sirven del suceso mundial y potencian las denuncias del relato. Lejos de descansarse en el trayecto hecho como artista, Cohen utiliza sus medios para profundizar sus delaciones. Comprende nuevamente como servirse de una estructura clásica de relato y cómo volver una película tradicional su búsqueda personal. Se atreve a exponer a políticos de turno y a ponerse cara a cara con gente de su tamaño. Se infiltra en reuniones de republicanos que aprovechan la pandemia para dinamitar a sus oponentes e instalar leyendas. A través de un manual de crianza de mujeres kazajo (creado dentro de la ficción), Cohen deja en manifiesto temas de reflexión contemporánea como las terribles consecuencias del sistema patriarcal, el lugar de las mujeres en zonas ultraconservadoras de los Estados Unidos, y la impunidad de temibles hombres de poder. Lleva Cohen al límite su estructura de producción, con el objetivo de volver a repensar el mundo que se ha dado por sentado y que tenemos por delante. Se mete en la intimidad de un hogar donde viven dos increíbles cazadores, que pese a ellos creer la más ilógicas e infantiles fábulas acerca de los representantes demócratas; a pesar de detestar a aquellos que sus propios políticos y su propia cultura sociofamiliar les han enseñado a odiar; pese a asistir a una manifestación contra el confinamiento pandémico, a favor de teorías conspirativas y plagada de neofascistas, lo aceptaron a Borat en su casa, lo quisieron, convivieron con él y lo ayudaron en su misión.

El compromiso artístico de Cohen y su equipo, expande al género de comedia hacia zonas donde la comedia no suele ir. No porque la comedia debería tratar temas serios o profundos, si no porque sencillamente no suele ser utilizada como un arma. Cada escena de Borat en cualquiera de las dos películas, tiene un propósito definido. Dramatúrgico y simbólico. Se percibe un equipo de investigación y de trabajo detrás de todo. Aún aunque su potencial haya sido encontrado en la sala de edición luego de ver horas y horas de material, y aunque el relato se sintiera casual y caótico. Cohen sabe lo que hace a cada segundo mientras está disfrazado de Borat. Conduce las escenas a favor del humor, y las acerca a aquello otro que comprende que provocará en su espectador. Comprende que el símbolo será resignificado por la totalidad de su relato, y por el esfuerzo de su espectador activo. Borat llevando una bolsa con su propio excremento a una cena en la que le enseñan a comer como un aristócrata, funciona por lo escatológico, y funciona porque a través del símbolo de la caca entendemos (o al menos sentimos) que también es patético que exista un lugar como ese. Que lo patético que conduce hacia el gesto cómico y al humor, es que existan clases para aprender a comer y para pertenecer a una aristocracia de comportamientos feudales en el medio del siglo 21. La búsqueda por encontrar escenas frente a la sorpresa y la imprevisión de la propia realidad, poniendo a conversar a Borat con distintas personas que no comprenden aquello de lo que están siendo parte, fue y es el mayor hallazgo de las películas. Y para no spoilear nada a quienes no la vieron, tan solo diré que en Borat 2 la verdadera joya es el personaje de la búlgara Maria Bakalova.

Borat 2 es una buena película. Tiene momentos hilarantes, momentos que dan igual, y en su totalidad está más que correcta. Sin embargo, la película no trascendió. No conozco gente que la haya visto. Yo tardé cuatro años en verla. Van dos días seguidos que hablo de ella y temo que en pocos días la olvide. Voy a recordar escenas, de la misma manera que recuerdo escenas de la primera. Pero ¿Debería trascender? ¿Debería ser recordada? ¿Es el éxito ser recordado? ¿O como todo buen chiste, el éxito del humor y la comedia es habernos regalado un precioso instante?

Chesi

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