En la plataforma de streaming MAX se puede encontrar Maggie Moore (s), una película extraña, llena de estrellas detrás y delante de cámara y con un tono ácido que puede generar fascinación y rechazo en partes iguales.
El director es John Slattery, a quien reconocemos más por sus trabajos como actor pero también tiene un recorrido en la dirección tanto de series como de películas. Como intérprete podemos pensar rápidamente en el personaje de Roger Sterling en Mad Men (2007), ese icónico empresario del mundo de la publicidad, además de decenas de participaciones en otros títulos en papeles protagónicos y secundarios.
En relación a su trabajo como director encontramos algunos capítulos de la mencionada Mad Men pero también de la serie Love (2016) y la película God's Pocket del año 2014 y protagonizada por Philip Seymour Hoffman. En todos estos títulos podemos encontrar indicios de su humor, que más adelante retomaremos.
¿Quién mató a las Maggie Moores?
Con ese título en castellano, la historia gira alrededor de dos crímenes. Dos mujeres con el mismo nombre son asesinadas en la misma semana y, como espectadores, vamos a pivotar todo el tiempo entre el punto de vista del responsable y el del policía.
El policía al que le toca investigar este complejo caso es Jordan Sanders, interpretado por el magnífico Jon Hamm (Don Draper en Mad Men, entre muchísimos otros papeles). Este hombre parece ser el único sensato en un mundo de personajes excéntricos, rotos y delirantes. El sospecha que hay dos posibilidades, o el asesinato de la primera Maggie Moore fue un error o el segundo asesinato encubre al primero. Pero ahora debe desandar el camino de ambas mujeres para intentar atar esos cabos sueltos.
Paralelamente se abre ante él una subtrama romántica con la vecina de una de las víctimas. Rita Grace (interpretada por Tina Fey) es una mujer soltera que además se siente demasiado sola. Jordan atraviesa el duelo luego de quedar viudo y así, en esta historia secundaria, igualmente podemos encontrar puntos interesantes de reflexión sobre el amor en una etapa distinta y las formas de vincularse de dos personas adultas que ya vivieron muchísimas cosas antes de encontrarse.
Paralelamente tenemos el punto de vista de Jay Moore (Micah Stock) quien, producto de la precariedad de su día a día, se ve involucrado en decisiones cada vez más oscuras y corruptas. Este personaje es tan desagradable como vulnerable, su poca inteligencia solo es desafiada por la ineptitud del sistema. El gran duelo de la película será cuál de las dos partes logra su objetivo.
Como espectadores no se pone el foco en la revelación del misterio, desde el primer minuto sabemos exactamente el panorama completo de la verdad. La tensión entonces se construye en base a la única esperanza en un mundo podrido de que algo tenga un gramo de justicia.
¿Basada en hechos reales?
El dato de color es que aparentemente esta película se desprende de un misterio real. En octubre de 2000 fueron asesinadas Mary Lou Morris y Mary McGinnis Morris con solo tres días de diferencia. Tal como en la película la primera de ellas fue encontrada en su auto incendiado. Pero, a diferencia de la película, las familias de estas mujeres no tuvieron respuesta, tan solo la sospecha de que no puede ser solo una coincidencia y que, de alguna manera, deben ser casos relacionados.
El que se haya hecho una película en tono de comedia negra sobre el caso de estas mujeres despertó los resquemores de sus seres queridos pero podemos analizar con qué perspectiva abordaron los creadores esta historia.
Una comedia amarga
Lo que distingue a esta película es sin dudas el tono de comedia amarga. Al comienzo puede ser incómodo encontrarse con temas tan escabrosos cubiertos con el manto de la comedia. Tal como lo sintieron las familias de las víctimas al enterarse que el caso de las dos Mary Morris había inspirado esta obra.
Pero poco a poco nos podemos dar cuenta que el humor no pretende hacer pasar por simpática esta tragedia, sino que toma lo singular del misterio para construir una historia puramente ficticia y que, además, problematiza muchos aspectos sociales y culturales que pueden imaginarse alrededor. También podemos encontrarnos con reminiscencias de Fargo (Joel Coen, Ethan Coen).
El humor en realidad está entre lo insólito y lo desubicado. Justamente el ayudante del policía Deputy K. Reddy (Nick Mohammed) ocupa el rol del que bromea cuando no corresponde pese a que Jordan intente una y otra vez hacerle entender que no es gracioso. Esa compulsión por encontrar la gracia en la tragedia está representada de forma crítica.
Por momentos se desliza un humor apoyado en la poca inteligencia de los personajes, el hecho de que comentan errores groseros y básicos es una forma de degradarlos y también se aprovecha de la capacidad de sorpresa frente a la impunidad grotesca y la humillación de los personajes nefastos.
Pero se resguarda de no banalizar la capacidad de hacer daño de los seres más oscuros de la sociedad. Si bien hay detalles pensados para funcionar de forma cómica, mayormente puede ser interpretada como una forma de parodia y crítica social. En el camino recorrido para resolver el crimen se encuentran con muchos puntos que representan conflictos sociales como el fascismo y la corrupción.
Digamos que en un mundo en el cual los femicidios abundan, la película corre un riesgo al proponer esta estructura y un panorama de personajes masculinos arquetípicos cuyas disputas pasan por encima de las víctimas. En este sentido, esta incomodidad puede invitarnos a la reflexión sobre los límites y el trasfondo hiriente de todo aquello que está entumecido por una sociedad que todo lo procesa mediante el entretenimiento. El sistema diluye la identidad de las Maggie Moore para convertirlas solamente en un nombre, rodeadas de personajes masculinos que encarnan lo más primitivo y violento del machismo.
Como contraparte de esto podemos analizar el rol de los personajes femeninos y allí nos encontramos en primer lugar a las víctimas: de quienes se cuenta poco pero lo suficiente para entender que ambas fueron usadas para tapar conflictos ajenos, como si fueran descartables. También tenemos al mencionado personaje de Tina Fey y un personaje muy pequeño pero importante para el desarrollo que es Sammi (Oona Roche), la cajera del supermercado que aparece en dos o tres escenas.
Todas representan una mirada perceptiva y atenta a los detalles. Esto puede pasar por un perfil estereotipado que relaciona lo femenino a la intuición, pero también se puede pensar como personajes que la película misma pone en un lugar secundario pero todas intervienen con claves para que estos hombres puedan resolver el conflicto de una vez por todas. ¿Es justo que sean personajes tan menores? ¿Es parte de la retórica de la historia? Son cosas que quedan abiertas a interpretación.
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