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House of the wolf man (2009), de Eben McGarr

Spoilers

Durante los años ’30 y ’40 los Estudios Universal se constituyeron, sino en un monopolio, en la mayor referencia del género de terror hollywoodense, encumbrando a figuras tales como Boris Karloff, Bela Lugosi, Lon Chaney Jr.; reversionando clásicos como Drácula, Frankenstein, el hombre invisible o creando figuras tales como la momia o el hombre lobo.

Con una estética reconocible basada en el blanco y negro, la relación de aspecto 1:33 a fotograma completo, escenografía inspirada en el expresionismo alemán de la época del cine mudo y el diseño de personajes elaborado por el maquillador Jack Pierce, que elevó a cada monstruo a la categoría de ícono (el Frankenstein de Karloff, el Drácula de Lugosi, el hombre lobo de Chaney Jr.), pronto la productora explotó el éxito obtenido creando una franquicia con secuelas de cada película original, hasta alcanzar el agotamiento recurriendo al crossover, primeramente, con Frankenstein meets the wolfman (1943), de Roy W. Neill, y finalizando con House of Frankenstein (1944) y House of Dracula (1945), estas ambas dirigidas por Erle C. Kenton, y reuniendo ya a los tres monstruos más efectivos en ventas de la productora: Drácula, Frankenstein y el hombre lobo.

Estos crossovers fueron protagonizados más significativamente, a pesar de los títulos, por Lon Chaney Jr. como Lawrence Talbot, el hombre lobo, siendo que, para Drácula, Bela Lugosi fue reemplazado por John Carradine, y para el monstruo de Frankenstein, primero Chaney Jr. y Lugosi reemplazan a Karloff (en secuelas), después, para ambas House of…, un ignoto Glen Strange. Un último crossover entre todas estas figuras se vería en Abbott & Costello meets Frankenstein (1948), de Charles Barton, pero para los mismos fans de la saga se halla en discusión si esta película integra o no “el universo de monstruos” de la Universal.

La cuestión es que todavía en la actualidad hay fans de este “universo”. Que si la serie termina con House of Frankenstein y House of Dracula, debió haber una “House of the wolfman”, que cerrara una especie de trilogía.

Cierto es también que estas películas nunca se destacaron por mayor solidez de guion. De secuela a secuela, apenas se mostraba que en la película anterior la muerte del monstruo en cuestión, en realidad solo había sido aparente, o que simplemente se lo resucitaba en esta, pero sin mayor preocupación de otras continuidades ni de enmendar agujeros de guion.

La cuestión también es que en 2009 se hace justicia y aparece la soñada House of the wolf man, producida por My Way Pictures, dirigida por un tal Eben McGarr y protagonizada por Ron Chaney, nada más y nada menos que el mismísimo nieto del viejo hombre lobo (y, dicho sea de paso, bisnieto del otro Lon Chaney, senior, estrella del cine mudo de terror).

El tráiler fue espectacular, la nueva producción respetaba la relación de aspecto de la pantalla; en espléndido blanco y negro, se reproducía lo genial de la escenografía, la iluminación y ambientación; el tiempo y lugar inespecíficos que siempre caracterizó a las producciones de la Universal; también el diseño de monstruos respetaba bastante bien las creaciones de Jack Pierce. El adelanto prometía también que el enfrentamiento entre monstruos iba a ser más perdurable y fragoroso de lo que ocurría en las producciones originales, algo de lo que siempre se les había criticado o demandado, que fueran escenas demasiado breves, donde apenas se veía se daban algunos manotazos.

En fin, digamos que la nueva producción contaba con todos los recursos para hacer un gran homenaje a la franquicia, retomando sus historias, resolviendo agujeros de guion y confiriendo un final que pudo haber sido apoteósico. Pero no, parece han decidido ir ex profeso (tal vez creyendo que así también rendían homenaje) por la absoluta inconsistencia de guion.

Por de pronto, NO HAY LA MENOR REFERENCIA al personaje de Lawrence Talbot, el hombre lobo original. Aquí, Ron Chaney interpreta a un descendiente en algún grado del Dr. Frankenstein, el creador del monstruo, bajo el pseudónimo de doctor Bela Reinhardt, quien se haya acompañado por un asistente deforme llamado Barlow, un personaje completamente intrascendente.

Además, y no sabemos por qué, el mismísimo Dr. Frankenstein se convierte en lobo, a los 60’ de una película que dura 81’. Y los otros monstruos no aparecen sino después.

La cuestión es que Frankenstein invita a cinco personas a su castillo, a pasar la noche en medio de una terrible tormenta que no termina nunca. Las cinco personas no se conocen entre sí, excepto por dos, un y una joven que son hermanos. En total, son cuatro jóvenes (dos muchachos, dos muchachas) y un hombre maduro, un cazador de safaris (¿¿¿???), que se aparece con sus asistentes, todos africanos (¿¿¿???).

La idea es que el grupo compita entre sí por quien logra pasar la noche en el castillo. El o la ganadora (¿quien quede vivo al amanecer?) recibirá toda la herencia del dr. Frankenstein.
De dónde conoce Frankenstein a estos pelandrunes o estos de dónde lo conocen a él, es algo que nunca sabremos. Ni por qué los eligió ni por qué quiere dejar su herencia a nadie, ni por qué estos aceptan o si no tenían algo mejor que hacer.

Claro está, nadie va a dormir esa noche. El grupo de jóvenes llega a parecerse al equipo de Scooby-Doo (sin perro pero con una especie de Yaggi) que va de una habitación a otra, mientras que el cazador y sus asistentes se la pasan en el jardín, persiguiendo huellas de hombre lobo. La chica restante del grupo de jóvenes, la que no tiene hermano, pronto sabremos, alguna relación tiene con Drácula, que junto con sus novias pernocta en el castillo, al igual que el monstruo de Frankenstein, aunque no los veremos hasta pasados los primeros 60’.

En una habitación hallan que se encuentra encerrada la madre de Frankenstein, mutilada de brazos y piernas, llamada “Vadoma”. Podría haber sido la gitana “Maleva” de The Wolf Man (1941), de George Waggner, pero no, no es, aunque se ve colgando una foto de su hijo Bela, lo que podría inferir que este Frankenstein (que dice llamarse Bela Reinhardt), en realidad es Bela, el hijo gitano de Maleva, que convirtió a Lawrence Talbot en hombre lobo, pero Vadoma es Vadoma y nunca nada de esto queda aclarado.

Charlando, todos los jóvenes del grupo se dan cuenta que en cada caso sus propias madres fueron asesinadas, siendo mutiladas, y, por alguna razón, descubren también que cada uno de ellos tiene sangre de Frankenstein, si no es que fueron adoptados.

En eso están, pero sale la luna llena, Frankenstein se convierte en hombre lobo, se desatan los otros monstruos y matan a todos.

El final es increíble: Drácula va a apaciguar al monstruo de Frankenstein y al hombre lobo, que se están a las trompadas. Después de todo, los monstruos nunca mueren, como también quedaba demostrado en la franquicia.

A favor de la peli, hay que decir que el actor que interpreta a Drácula (Michael R. Thomas) se parece bastante al legendario Bela Lugosi. También suma que no sea Ron Chaney quien interpreta al hombre lobo convertido (solo en la transformación) y que su papel lo haya tomado un doble de riesgo. La pelea de monstruos también está bastante bien.

Le damos un Langella y medio.

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