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¡La verdad más grande, tras la historia más sencilla!

Y, ¿qué es lo que pasa cuando algo nos marca tan profundamente, que cambian nuestras ideas, actitudes y comportamientos?

Toda historia trae su moraleja y aun así, enseñar no es, ni será jamás, la primera misión de la industria del cine. Sin embargo, existe una gran diferencia entre aprender y sentir. Aprendemos para evolucionar pero sentimos por naturaleza. Y movernos las entrañas, en cualquier dirección, sí es un requisito en toda producción.

Es así como de entre el polvo quiero rescatar a “Crepúsculo”… ¡No! No te dejes engañar por tus prejuicios. No te habla la adolescente que vive en mí, rehusándose a morir. Te habla la mujer que al ver esta película, un día sintió algo tan profundo que hizo que sus decisiones cambiaran y por tanto, su rumbo.

¡Aja! Ya sé que no te gusta que los vampiros brillen, que es casi una blasfemia que alguien se haya atrevido a cambiar todos los estándares de horror y hasta sexuales que se habían conocido, que infantilizar, por así decirlo, un tema que estaba ya definido por años, hace que rechaces de manera tajante esta producción, pero si miras un poco más allá, vas a encontrar un tema que, tal vez, habías pasado por alto: La predisposición enceguece.

Muchos ciegos alrededor, quizás… Hasta sus mismos protagonistas, con el paso de los años, han revelado sus verdaderas personalidades y se han burlado del trabajo que hicieron. Y, sin siquiera hacer énfasis en lo poco profesionales que son por actuar de esta manera, puedo encaminar todo hacia la misma ruta: están invalidando una historia que, para quienes la sintieron fue maravillosa y marcó un precedente más significativo de lo que imaginan.

Como he dicho, cuando se juzga desde la ironía, se pierden los detalles más profundos.

¿Qué pasa con Crepúsculo? Pasa que si te quitas la venda del chiste y la capa cuadriculada que te invita a querer solo más y más de lo mismo, vas a encontrar una historia de amor, que además de ser intensa y cautivante, te habla de algo más importante que el romance: la fuerza del amor propio.

“¿Amor propio?“ - gritas mientras me lees…. “Pero, ¿cuál amor propio, si Bella se abandonó a si misma por Edward, cambió su mundo y dejó de ser quién era?”

Puede que tengas razón pero, verlo así refleja un alto grado de superficialidad. Y es que, Bella tomó decisiones por amor, porque eligió su camino desde el corazón hasta encontrar su mejor versión, pero sobre todo porque Edward la trató como ella merecía. Ella era libre de elegir y nadie debería juzgar las elecciones personales de nadie. La verdad es que, poniendo suficiente atención, todos podrían ver en este film lo que ocurre cuando se establece un estándar de cómo debemos ser tratados.

Esta es una película que, aunque a muchos les duela, movió masas. Viene de una historia que hizo volver a leer a los que no leían y sacudió la existencia de muchos. ¿Por qué si tantos la critican? Porque la critican los que no la entienden, los que no la sienten, aquellos que se quedan con las apariencias. Crepúsculo despertó emociones, trajo lecciones y unió corazones al rededor del mundo. Contiene una fabulosa mezcla entre lo oculto y lo real, generando algo más poderoso que mil efectos visuales: la capacidad de sentir y aprender sobre verdades que cambian vidas.

Hace muchos años, después de ser tratada como basura por muchos hombres, conocí a Edward Cullen. No necesité que su historia de vampiro imitara a ninguna otro, no me importó si el sol hacía su piel resplandeciente. Solo, a través de Bella, sentí como se era ser tratada desde el amor profundo y el respeto. Ya no soy una niña, pero desde ese entonces, nunca más volví a salir con hombres que no multiplicaran mi valor. Ese es el poder de las buenas historias y sin duda, la verdadera magia del cine.

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