Inspirada en la novela homónima de Yann Matel, esta adaptación llevada al cine de la mano del director taiwanes Ang Lee narra la historia de Pi Patel, un joven que sobrevive al hundimiento de un barco en el medio del océano y se embarca, valga la redundancia, en un épico viaje de aventuras y descubrimientos. Como si eso no fuera desafío suficiente, su única compañía es, nada más ni nada menos, que un feroz tigre de bengala. Pero, ¿estaba realmente acompañado?
Adentrándonos un poco más en la historia, Pi y su familia son oriundos de India, donde su padre es dueño de un gran zoológico. Por razones políticas la familia Patel se ve obligada a emigrar a Canadá y reubicar a los animales en Estados Unidos, así es que emprenden una cruzada marítima en busca de un mejor futuro; claro, sin prever la tragedia que los espera en una noche oscura en altamar. Se desata una tempestad torrencial que inunda el barco y despierta una escena digna de una versión trágica del Arca de Noe. Animales y personas quedan atrapados en los subsuelos y pasillos de la nave que se ha vuelto de pronto una trampa mortal. Pi logra actuar con rapidez y antes de que pueda mirar atrás se encuentra flotando en un pequeño bote de emergencia entre aguas infinitas junto al otro único sobreviviente, el tigre Richard Parker.
Ahora bien, mi interpretación es que en realidad Pi se encuentra solo en el bote y proyecta la imagen de Richard Parker como una materialización de su animal interior, a modo de mecanismo de supervivencia y autodescubrimiento.
Los tigres son animales altamente simbólicos en la cultura y religiones orientales, usualmente representativos del coraje, la protección contra espíritus malignos, la buena suerte y el poder. Inclusive, particularmente para el hinduismo, la figura del tigre se vincula a la diosa Durga, guerrera feroz controladora de todos los poderes del universo. A menudo se la representaba montada en un tigre con las armas en la mano, dispuesta a derrotar a las fuerzas del mal. Está diosa y sus tigres se consideraban decididos y valientes, capaces de vencer todos los obstáculos y superar cualquier desafío. Similar a la odisea que debe superar Pi, ¿no?
Además, pueden analizarse los estadios por los que pasa el protagonista según como se representa su relación con el tigre. En un primer momento hay temor y desesperación (darse cuenta que está solo en el medio del océano y ha perdido a su familia), luego avanza hacia el análisis y paciencia (cuenta las reservas que tiene y piensa cómo administrarlas para que duren), más adelante aparece la confianza (desarrolla habilidades de navegación y cuidado) que progresa en cobijo y fortaleza para seguir adelante (su piel se acostumbra al sol, puede dormir más tranquilo y se ha acostumbrado a las circunstancias). Por último, cuando llegan a tierra firme, hay una mirada cómplice y Richard Parker se aleja calmo, aunque cansado, perdiéndose en la playa (Pi ha vuelto a sentirse a salvo y puede bajar la guardia).
Por otra parte, “Una aventura extraordinaria” es una película que constantemente juega con los límites entre realidad y fantasía, creando imágenes que trascienden la comprensión de lo conocido y nos sumergen en un espectro de maravilla, lo que podría leerse también como un fortalecimiento del espíritu del personaje al tener la capacidad de ver la belleza del mundo y disponerse al descubrimiento aún en una situación altamente crítica.
En conclusión, considero que se trata de una película que explora las profundidades de la condición humana a partir del despertar y conexión con el animal espiritual que surge bajo circunstancias de crisis. La relación entre Pi y Richard Parker nos enseña que muchas veces necesitamos poner fuera lo que realmente se aloja dentro nuestro.
TRAILER OFICIAL
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