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Terminator 2 es la mejor película de ciencia ficción

Spoilers

Se estrenó en 1991 pero aún continúa manteniendo todos los componentes para ser una película brillante. Su base es la ciencia ficción pero utiliza elementos del terror, la acción, el drama y hasta la comedia y todo se mantiene en una mezcla homogénea, sin quedar exagerados o fuera de lugar. Hablemos de Terminator 2: Judgment Day y por qué al día de hoy continúa como la mejor de su saga y de todo un género.

Entremos en contexto y para eso, debemos arrancar con su director: James Cameron. El canadiense comenzó su carrera en la industria cinematográfica como técnico en efectos especiales, luego guionista y después director. Hoy es una de las personas más legendarias si hablamos del mundo del cine y se lo ganó desde un principio. Dirigió por algunas semanas Piraña 2, hasta que fue despedido y comenzó a trabajar en dos proyectos que le cambiarían la vida: The Terminator y Aliens.

En 1983 revolucionó al mundo al estrenar Terminator 1, su primera película como director y guionista. Cuenta James Cameron que la idea surgió de una pesadilla que tuvo y se puso a escribir. Ahí se nos presenta una historia increíble: una guerra en el futuro entre máquinas y humanos, viajes en el tiempo para evitar hechos en el presente y muchísima acción. Además, nos introduce por primera vez la figura de Arnold Schwarzenegger como el T-800, una máquina asesina del futuro, y a Sarah Connor que, por ahora, es la madre del futuro salvador del mundo, John Connor.

Frases épicas si las hay: el T-800 repitió lo mismo que dijo Kyle Reese en la primera película

Pero estamos acá para hablar de la parte dos, una de las mejores secuelas en la historia del cine. Terminator 2: El Jucio Final lo tiene absolutamente todo. Agarra lo mejor de su primera entrega y lo explota aún más. Los efectos prácticos y los especiales congenian absolutamente bien junto con las impecables actuaciones de nuestros cuatro protagonistas: los ya conocidos T-800 y Sarah, y se suma un joven John Connor y el villano más villano de todos: el T-1000, una versión mejorada del otro exterminador.

¿Qué es lo que la hace la mejor peli de ciencia ficción que vi en mi vida? Para mí, varias cosas. Por un lado, la respuesta está en la mezcla de géneros. Ya tuvimos una introducción perfecta a este posible mundo post apocalíptico en la primera parte, en las que se nos presentaron las amenazas y la acción. Acá, James Cameron le da una vuelta más y le añade terror, drama y comedia. Aunque dicho así pareciera un cambalache de cosas, funciona realmente bien. Ninguno es gratuito; todos tienen una razón de ser. No hay un chiste colgado de la nada ni un susto porque sí y mucho menos un llanto para mostrar emociones. Todo está meticulosamente calculado.

Sin dudas, uno de los puntos más interesantes para mí en Terminator 2 es la relación familiar entre los Connor y el T-800. En la primera lo vimos como un villano pero ahora está acá para proteger a John, aunque esto le cueste muchísimo aceptarlo a Sarah. Creo que el punto en el que todo converge es con una de las grandes frases que ella dice al mirar a su hijo y el exterminador jugando.

“Al observar a John con la máquina, todo quedó muy claro. El Terminator nunca se detendría. Nunca lo dejaría y nunca lo lastimaría, nunca le gritaría ni le pegaría borracho, ni le dirá que estaba demasiado ocupado para pasar tiempo con él. Siempre estaría ahí. Y moriría para protegerlo. De todos los aspirantes a padres, esta cosa, esta máquina, fue la única que estuvo a la altura. En un mundo loco, era la elección más sensata”.

La verdadera qué mujer: Sarah Connor es una leyenda absoluta

Con este monólogo en medio de todo el caos, Sarah no sólo perdona al T-800 por haber matado a su amante, le da la redención como humano y hasta lo ve como una figura paterna para su pequeño John. Y acá quisiera destacar la figura de Sarah Connor, quien para mí, es uno de los grandes personajes que nos dio el cine. Su arco desde la primera cinta que vimos hasta acá es totalmente espectacular. Ella utilizó el miedo y la soledad como motor para continuar.

Todos los años en los que estuvo encerrada en un centro psiquiátrico no la debilitó; la hizo más fuerte. Ella sabía la verdad, solamente ella, y soportó los abusos físicos y psicológicos de los doctores. Sin embargo, ella continúa intentando reencontrarse con su hijo y tratar de criarlo y protegerlo a pesar de todo.

Por otra parte, otra de las cosas que me parece fascinante es el hecho de entender que tanto el T-800 como el T-1000 empiezan a desarrollar sentimientos humanos. Por un lado, la redención absoluta para el robot de Schwarzenegger, quien entiende el amor y la moral como conceptos; mientras que el de Robert Patrick desarrolla una especie de soberbia y miedo que es expresado claramente en la escena final, cuando hace gestos de arrogancia al verse invencible pero con pánico al momento de ser explotado. Sus gritos entrando en el material caliente de la fundidora son unos de los más aterradores que escuché y sin embargo, provenían de un robot.

El gesto humano y arrogante del T-1000, sintiéndose totalmente invencible

Obviamente, todo es plasmado perfectamente gracias a la dirección de James Cameron y su guion, que co-escribió junto a William Wisher, Jr. Está desarrollado casi sin fallas para mantenernos en vilo por las dos horas y pico que dura, acompañado con planos que nos van guiando para qué dirección va todo. Por ejemplo, al T-800 muchas veces lo vemos en un plano contrapicado para demostrar su poder, o por otra parte a Sarah Connor casi nunca la tenemos en el centro, siempre está a un lado y esto demuestra un poco su inestabilidad mental y emocional.

Y sin dudas, no hay que olvidarse de una parte fundamental para que todo termine de tener ese ambiente de terror, soledad y desolación que tanto hablamos: la música de Brad Fiedel, quien compuso la banda sonora de ambas películas. Si yo escribo “tan-tan-tan-ta-tan”, te juro que en tu cabeza va a sonar la canción de Terminator. ¿No?

El T-800 y John Connor, una figura de padre e hijo

Terminator 2 culmina con una batalla épicamente inolvidable entre el T-1000, el T-800, Sarah y John Connor en una fábrica, al igual que el final de la primera película. El T-1000 es derrotado finalmente producto un poco de esta soberbia que mencioné previamente y por la constante lucha de Sarah y el T-800, que en su acto de redención final le dispara, hace explotar al villano y cae en la fundidora de hierro.

Y si pensábamos que todo había terminado, aún no. Faltaba el momento emotivo, la despedida final. El personaje de Arnold Schwarzenegger tiene que sacrificarse para que el último chip de Skynet, que estaba dentro de él, sea destruido y que nada ocurra en el futuro. Y ahí, en un acto de lo más humano, se despide de John, quien no quiere que esto suceda. Él ya se había encariñado con el robot, con esa figura paterna y protectora que le brindó.

En este acto final tenemos al T-800 bajando hacia la fundidora y vemos, por primera vez desde su perspectiva, una mirada de una persona y no de un robot. Lo vemos despidiéndose de lo que, entendemos, fue su familia. Y para mí, la franquicia terminó ahí, con ese gesto de “todo va a estar bien”.

El llanto de John y la despedida final de T-800. Cine absoluto

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