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¿Los extraterrestres salvarán el planeta?

"El aleteo de las alas de una mariposa

se puede sentir al otro lado del mundo"

Proverbio chino

Todos los géneros audiovisuales parecieran estar en una constante mutación junto a su artista y a sus espectadores. Junto al mundo, por qué no. La constante revisión de los artistas y los comunicadores, envueltos como todos en el torbellino de la velocidad en la postmodernidad, termina siendo un deber. Lejos de la liviandad y el desparpajo con el que el vox populi a veces se los caracteriza, los artistas tienen que observarse en profundidad a sí mismos, a sus colegas, y al público al que le hablan. Existen aciertos casuales como en cualquier disciplina, pero el acto comunicativo en toda su forma necesita de una incansable y persistente observación y análisis.

Los géneros se han expandido, se han quebrado, han evolucionado, son padres de otros subgéneros. Han aprendido a convivir entre sí, y se necesitan. Si bien siempre hay excepciones, el narrador y el espectador moderno disfrutan de la mezcla de los elementos y de impredecibles recetas con sabores inciertos.

La ciencia ficción y la épica, la aventura, han sido siempre simbióticas. Por hacer el ejercicio de mencionar algunos ejemplos de tantísimos, están “Star Wars”, “Star Trek”, “El señor de los Anillos”, “Lost”, “Harry Potter”, “Blade Runner”, “Alien”, “Matrix”, “Volver al futuro”. En muchos casos han sido y son sagas, de tortuosos y maravillosos caminos de héroes, teñidas en mayor o menor medida por algunos otros géneros como la comedia, el melodrama o el thriller. Al igual que el terror, la ciencia ficción es un género con reglas de juego muy definidas y es fácilmente identificable. Casualmente ambos son géneros con muchos fanáticos y detractores, personas que aceptan o no fácilmente un verosímil en general alejado del de la propia realidad.

La plataforma Netflix, como productora, quizás sea la que más utiliza contenidos prefabricados que repiten entre sí una fórmula similar. Sin desmerecerlo, es la plataforma que más se ocupa de distribuir y producir contenido de todos lados del mundo, y se dedica a lo popular. En dicha búsqueda por pulir las fórmulas, la esencia tiende a volverse reiterativa y por momentos descuidada. Por supuesto que hay excepciones espléndidas y, por supuesto que se agradece como espectador y también como trabajador de la industria que se haga mucha ficción. En algunos casos el descuido está en pocos aspectos, y en otros en varios. Pareciera inclusive que el tratamiento del color y lo estético en Netflix tuviera una identidad. Desconozco si es por descuido o porque efectivamente hay una curaduría que lo establece, pero suelen ser proyectos de colores saturados, donde se puede ver hasta el maquillaje en las pieles.

El 21 de marzo se estrenó una serie de ciencia ficción con una excelente publicidad detrás. A través de un trailer más que seductor y del excelente trabajo en redes que tiene Netflix, quienes tenemos debilidad por el género ya estábamos expectantes al estreno. El mismo 21 por la tarde, comencé a ver la serie de 8 capítulos 3 body problem.

De qué va el problema

Luego de que la milicia comunista asesine sobre un escenario a un profesor de matemática disidente, frente a un sanguinario pueblo que pedía justicia, nacerá en la China de 1960 el trauma que desatará años después el fin del mundo. La hija del matemático fue testigo de la crueldad del régimen con su padre al verlo la masacre desde el público, pero tiempo después, gracias a su formación como física y su tan particular inteligencia, usará la tecnología del gobierno Chino para pedirle a los habitantes de otro planeta la purgación de la humanidad.

Este comienzo de un enorme arco que llevará hasta algún punto que apenas imaginaremos al terminar (que sugiere una próxima temporada), es lo más interesante de la serie, es el gesto más inteligente del guion, y quizás es aquello por lo cual uno necesita ver capítulo tras capítulo. Necesitamos saber qué va a pasar y cómo. La construcción y la distribución de ese imán a lo largo de la temporada, es una extraordinaria virtud de 3 body problem. A partir de un contexto histórico, se narra un caso muy particular que definirá la vida de un solo individuo, y dicho individuo por el trauma vivido y para ajusticiar un mundo injusto, desatará el camino del futuro de la humanidad.

Los verdaderos problemas

Desde ese punto de la historia, el relato avanzará a través de distintas subtramas, cuyo grupo protagónico está compuesto por un grupo de amigos de cinco físicos entre sus 25 y 30 años. Por motivos que rondan entre la casualidad y una curiosa posible causalidad, los cinco serán claves en la incipiente guerra que tendrá que enfrentar el planeta. Los enormes poderes que manejan al mundo en torno al conflicto latente de la trama central, se dividen entre: una suerte de secta religiosa que desea darle la bienvenida a la sociedad extraterrestre con el objetivo de que mejoren a la humanidad, y un servicio de seguridad secreto internacional que intenta como sea frenar el avance y la voluntad de esa secta. La primer fuerza cuenta a favor con los avances tecnológicos y la omnipresencia en principio incomprensible de la sociedad extraterrestre. La segunda fuerza cuenta con el dinero, el poder y el aval de todos los gobiernos. Y en el medio de esa batalla, nuestros 5 protagonistas intentarán comprender a la intensa velocidad que inevitablemente se sucederán los hechos, qué sucede y cómo proceder. Esa velocidad con la que se narra pondrá por momentos el peligro del verosímil del relato, pero a la vez tapará con acción el tiempo de la duda. Se siente extraño que los personajes acepten tan velozmente determinados hechos, o pareciera que de golpe alguno sabe algo que nadie les había dicho todavía, pero la acción y la tensión del conflicto latente o de las escenas posteriores alcanza apenas a taparlo. Esa vertiginosidad de querer avanzar, de queramos comprender y ver qué sucede, es la que rescata a la serie de muchos de sus errores.

Los protagonistas de la serie

Lejos de creerme Nostradamus, una de las primeras secuencias del primer capítulo igualmente pareciera sincerarse con el público y advierte que nada será muy profundo. En un mismo plano en el que se muestra el reencuentro de algunos del grupo de amigos, se abrazan una latina, una china, un afrodescendiente y un hindú. Nos gritan en la cara que nos quedemos tranquilos que todas las razas de este mundo estarán representadas en la aventura. “No queremos problemas con nadie”. La fórmula de Netflix se desnuda en seguida, y seguir con la serie ya es una decisión de uno. Al menos en lo burdo, se vuelven sinceros. Luego, pese a todo, el relato avanza y engancha, la ecuación funciona, intercalan algunas escenas de comedia, aventura, puro sci-fi y algunas escenas íntimas sensibles entre amigos que se agradecen. Por supuesto que aquello que comienza frágil, mientras avanza la serie se irá resquebrajando justo antes de que veamos caer el edificio.

Detesto ser así con un intérprete, pero se vuelve inevitable decirlo. Independientemente de que por la debilidad del tratamiento de la trama y del guión (especialmente sus diálogos) la dirección de actores en esta serie este lejos de ser destacable, hay una actriz que vuelve insoportable de ver casi todas sus escenas. Lo menciono porque creo que cualquier profesional tiene que ser responsable con su oficio, y que si alguien llega a ocupar los lugares que ocupa, tiene que trabajar incansablemente por hacerlo lo mejor posible. Por formarse, por al menos ser parte del registro actoral del resto. Eiza González, una de las rotundas protagonistas de esta serie a la que por vaguedad de su realización se le nota la peluca y el exceso de maquillaje para mantenerla preciosa en todas las escenas, falla en todo. Pareciera ella creer que la mejor versión de la actuación es la que es constantemente dramática y sufrida, y absolutamente en todas las escenas está al borde de quebrarse. Incluso pareciera que se aferró a dos adjetivos que dedujo del guion o hablando con el equipo de realización, y solo se ocupó de ello. Quiere ilustrar a una mexicana con una infancia dura, y pese a estar la actriz siempre modelando su belleza para la cámara, está tensando los músculos de la cara y usando las lágrimas en los ojos para contar que en verdad tiene sentimientos. Vuelve literal y aburrida todas las escenas en la que está, y deja ver por supuesto el mal gusto o el abandono actoral del equipo realizativo. Y no es la única falla en el elenco, pero sin dudas es la única que se vuelve insoportable de ver y peligra toda información o propósito en las escenas en las que está.

La peluca, la consternación constante, y las lágrimas.

3 body problem cumple con su función. Es una serie de sci-fi con giros atractivos, con dos o tres personajes queribles, que Netflix dispone para que por momentos puedas dejar de fondo mientras preparás tu cena, y que a menos que cometan el error de sacar los próximos capítulos en dos años cuando ya la habremos olvidado, funcionará correctamente al menos por una temporada más.

Chesi

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