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El retrato de una ciudad y una saga contemporánea de una burguesía vista a través de su relación con el trabajo,describe la vida cotidiana de cuatro personas con un arte abundante pero sobrio,generoso pero preciso.la dramatización,despojado de cualquier efecto,está enteramente dedicada a la atención que presta a los personajes.Ramiro,Nora,Hernán y Lucía no se conocen.Lo único que tienen en común es que trabajan o buscan trabajo,y viven en la misma ciudad.nunca se encuentran,pero todos se cruzan con la joven de facciones aguileñas,una presencia musical que armoniza discretamente la película,acompañándolo con sus suaves melodías.María Aparicio,observando en el fondo,deja que estas presencias solitarias se desarrollen en paralelo.Sin alzar nunca la voz,la película se desarrolla con mesura y mesura,centrándose en la humildad.Cuándo,en la muerte de la noche,una oficial de policía le pide a una cantante travesti que vaya a cantar a otra parte mientras sincroniza los labios con la interpretación de Maria Callas de Tacea la notte placida (Qué pacífica fue la noche),toda la tristeza de un mundo reducido al silencio se encapsula en una secuencia de rara belleza.En esta melancólica pintura en blanco y negro,la poética de la imagen eleva lo cotidiano a lo insólito,la penumbra a la dulce fantasía,en discretas epifanías como esos trucos de magia ejecutados con picardía o el astuto placer que se obtiene al recitar un guión teatral."Yo estaba triste,pero estoy mejor", dice uno de los personajes al final de la película.Así como las nubes sobre la ciudad van y vienen,atrapados en el movimiento infinito del tiempo,la tristeza de los personajes finalmente se calma y parece desaparecer en "ese lugar que nadie ha visitado nunca,ese lugar que llamamos pasado",in the words of Juan Jose Saer (Las Nubes).