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En medio de la noche, alguien toca el timbre del exitoso empresario de Bloemfontein, Sudáfrica, Danie du Toit. Afuera, la lluvia cae a cántaros. Danie se pone la bata, camina hacia la puerta principal y enciende la luz. Una figura esbelta empapada por la lluvia se encuentra de espaldas a él. Cuando ella se da la vuelta, reconoce el rostro que lo mira desde debajo de la capucha. Es su hijastra, a quien no ha visto en años. "Soy yo, Anna", dice con calma. El odio se filtra a través de sus palabras, al igual que la lluvia que cae sobre ellas. Luego levanta el arma: la película "Dis Ek, Anna" trata sobre el abuso sexual de Anna Bruwer por parte de su padrastro durante un período de 8 años. Se hacía llamar Silent Anna porque no podía decirle a nadie lo que había pasado entre ellos, ni a su madre, ni a su mejor amiga, ni siquiera a su propio padre. El espectador se involucra íntimamente en el mundo crepuscular de vergüenza, amenazas y silencio del niño.