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El Senador se siente bien. Acaba de inaugurar un molino de viento y ahora tiene ganas de cenar caracoles. Todos los aldeanos están convocados para conseguir algo para él. Desafortunadamente para el gran hombre, estalla un terrible drama y aunque el Sr. Senador no tiene nada que ver, arruina una velada que se veía bastante bien. Además, los caracoles resultan decepcionantes. Con todo, el Senador ha tenido un mal día.