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Es difícil entender por qué, poco antes de su muerte por beber veneno, Sócrates dijo que le debía un gallo a Asclepio, el dios griego de la medicina. Debido a que, desde una perspectiva convencional, sería ilógico dar las gracias después de beber veneno, la gente común no ha sido capaz de entender esta afirmación. Algunos incluso lo han descartado, diciendo que Sócrates simplemente estaba haciendo una broma en su lecho de muerte. Un grupo de hombres, que se acercan al final de sus vidas, se reúnen en el funeral de un amigo. Esto los lleva a hacer preguntas sobre las últimas palabras de Sócrates, que difieren de una visión convencional de la muerte. A través de una discusión de las últimas palabras de Sócrates, se dan cuenta de que el alma es imperecedera y que la muerte es solo una transición.