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No se permiten besos ni penetración pasiva. Para Waseem las reglas son muy claras: cuando Lars le paga por sexo, lo hace sólo de una manera que le permita reconciliarse con su heterosexualidad. Por un lado, el refugiado de Siria que vive en un refugio, por el otro, el alemán rico que tiene un apartamento tipo loft: las diferencias no podrían ser más evidentes y, sin embargo, ambos están conectados por un interés sincero el uno por el otro. Su relación se basa en una alternancia constante entre el dominio y el anhelo de cercanía. La lucha de poder entre los dos revela su incapacidad para ocultar sus miedos y anhelos el uno al otro y para mantener sus fachadas cuidadosamente construidas. Mientras ambos luchan por mantener las etiquetas en su cabeza, su amistad comienza a representar una amenaza real dentro de la realidad del refugio de Waseem.